¿Sabías que hubo un tiempo en que la gente ganaba dinero solo porque otros escribían mal una dirección web?
Sí, literal. Bastaba una letra fuera de lugar —“facebok”, “youtueb”, “spotyfi”— y ya estabas monetizando el error ajeno.
Fue la época dorada del domain parking, una especie de fiebre del oro digital donde cada error de tipeo podía convertirse en un ingreso pasivo. Los más rápidos en registrar dominios con errores comunes llegaron a tener cientos —a veces miles— de visitas diarias, sin publicar ni una sola línea de contenido.
❖ Los días salvajes de Internet
A comienzos de los 2000, escribir una dirección web era una aventura. No existía el autocompletado, los navegadores no corregían y Google aún no era la puerta de entrada universal.
Si querías ver videos, escribías directamente youtube.com. Pero si te comías una letra… terminabas en youtueb.com, y detrás de ese dominio podía haber alguien esperando para ganar unos centavos con tu error.
Los domainers (así se les conocía) registraban variantes mínimas de marcas famosas y las aparcaban en plataformas como Sedo, Bodis o NameDrive. Estas mostraban anuncios automáticos, normalmente relacionados con el tema del dominio. Cada clic valía dinero. No mucho, pero en volumen era una mina.
Era un Internet más caótico, más humano, donde cada equivocación tenía dueño.
❖ Cómo funcionaba el negocio
El proceso era casi artesanal:
- Buscar dominios mal escritos de sitios con tráfico masivo.
- Registrarlos (a veces por menos de 10 dólares).
- Apuntarlos a una plataforma de parking con anuncios automáticos.
- Esperar.
Las visitas llegaban por “error de tipeo directo”. Y aunque el CTR solía ser bajo, el volumen lo compensaba. Algunos ganaban lo suficiente para pagar sus facturas mensuales. Otros, con cientos de dominios, hacían ingresos de cuatro cifras.
Era como tener un terreno al costado de una autopista: no eras dueño del destino de nadie, pero todos pasaban por ahí.
❖ El lado oscuro: el typosquatting
Ahí es donde la historia se pone interesante… y peligrosa.
El typosquatting (del inglés typo = error de tipeo, y squatting = ocupación ilegal) consiste en registrar dominios similares a marcas registradas con intención de aprovechar su reputación o confundir a los usuarios.
Por ejemplo:
- amaz0n.com (con un cero).
- gooogle.com (una “o” extra).
- youtueb.com (transposición de letras).
En los primeros años, eso se veía como picardía digital. Hoy, es una práctica sancionada bajo leyes como la ACPA (Anticybersquatting Consumer Protection Act) o las normas UDRP de la ICANN, que permiten a las marcas reclamar y recuperar dominios registrados “de mala fe”.
Es decir: si registras un dominio con el fin de lucrar por la confusión con una marca famosa, te lo pueden quitar. Y, en algunos países, también multar.
❖ El declive del negocio
A partir de 2010, todo empezó a cambiar:
- Los navegadores comenzaron a corregir automáticamente los errores de tipeo.
- Google integró el buscador en la barra de direcciones, eliminando el tráfico directo.
- Las políticas de AdSense y otras redes bloquearon el monetizado de dominios aparcados que violaran marcas.
- Y, claro, las demandas se multiplicaron.
El tráfico “por accidente” prácticamente desapareció. Hoy, un dominio misspelled apenas recibe visitas residuales, y la mayoría de los programas de parking pagan centavos.
❖ Lo que queda hoy
El parking sobrevive, pero con otro enfoque.
Ya no se trata de registrar errores ajenos, sino dominios genéricos o descriptivos (“insurancequotes.com”, “vuelosbaratoss.net”, “gameshhub.org”) que pueden captar búsquedas naturales o ser revendidos.
Los grandes domainers actuales ganan más vendiendo dominios que parqueándolos. Y los que aún hacen parking, lo combinan con contenido real o afiliados.
En cambio, registrar typos de marcas hoy es una ruleta rusa legal: las probabilidades de que te lo quiten son altísimas.
❖ De los errores humanos a la inteligencia artificial
Paradójicamente, el negocio murió cuando los errores dejaron de ser humanos.
Los navegadores ahora corrigen, los buscadores predicen, los móviles completan. Y la inteligencia artificial empieza a escribir por nosotros.
Donde antes una letra mal puesta generaba ingresos, ahora ni siquiera llega a existir: el algoritmo la arregla antes de que veamos el error.
El typosquatting fue un reflejo de una era más salvaje y artesanal, donde la red se escribía con los dedos —y cada error tenía precio.
Hoy, en tiempos de IA, ni los errores son humanos.
★ Proteger tu nombre también es parte del juego
Hoy ya no se gana dinero con los errores de otros, pero sí se puede evitar perderlo por los tuyos.
Si tienes una marca o proyecto online, proteger tu dominio con otras extensiones (.net, .pe, .com.pe, etc.) o con variaciones comunes —como las de v por b, s por z o letras duplicada